30/06/10

Paloma

Cuando iba en la secundaria tenía una maestra de Historia que era muy buena enseñando, además nos llevábamos muy bien con ella, era alegre, le gustaba contar chistes, nos hacía bromas etc. Era una mujer feliz, se notaba, no solo por la entrega que ponía en cada una de sus clases, también por sus acciones fuera del salón.
Un día por alguna razón que no recuerdo, nos comenzó a hablar de su vida personal, de su vida cuando era pequeña, su familia, pero lo más importante fue cuando menciono a su hija, dijo el nombre de Paloma casi religiosamente, tan solo con oír el nombre de la niña podías notar el amor que le tenía mi maestra a su hija, sin embargo lo más sorprendente fue cuando ella nos dijo que su hija tenía un problema; durante el desarrollo la niña había tenido problemas y tenía agua en el cerebro, la enfermedad que la niña tenía se llamaba Hidrocefalia.
Todos en mi salón nos sorprendimos por la declaración de nuestra maestra, primero porque parecía calmada, no le avergonzaba decirlo, al contrario se notaba el orgullo que sentía y segundo porque a los doce o trece años apenas tienes idea de lo que es la hidrocefalia, pero estoy segura de que todos pudimos tener una imagen de lo que era la enfermedad; yo de entrada me imagine una niña normal de cuerpo pero con una cabeza enorme, parecida a la de los personajes extraterrestres que ilustran en algunas películas; desde luego no lo hice con el afán de burlarme, pero mi cabeza en ese momento no podía imaginar más, era una combinación de niña-mujer, que entendía la seriedad de una enfermedad como la hidrocefalia con la mezcla de imágenes mentales de una niña.
Pasaron varios meses para que mi grupo y yo pudiéramos conocer a Paloma, nuestra maestra nos hablaba seguido de ella, nos contaba cómo se comportaba, cuando reía, si lloraba, cuando jugaba, era como si nos estuviera entrenando para que cuando llegara el momento indicado supiéramos aceptarla y quererla por lo que era, no por cómo era. Para entonces todos en mi salón moríamos por conocerla, no por curiosidad o morbo, más bien por cariño, de ese cariño que aprendes a tenerle a las personas que no conoces, pero que hacen feliz a alguien a quien le tienes cariño o admiración.
No sé como habrá sido con mis compañeros pero cuando mi maestra nos hablaba de Paloma, yo llegaba a mi casa y le contaba a mi mamá de Paloma, lo que había hecho, si estaba enferma, lo que fuera, como si yo hubiera estado con ella y al igual que yo también mi mamá se emocionaba al oír de ella.
Conocimos a Paloma durante el periodo de clases, mi maestra la llevo a la escuela y tengo que decir que fue una de las mejores experiencias de mi vida. Cuando llegamos al salón mi maestra ya estaba ahí con Paloma, a mi me pareció una niña de lo más normal, no tenía una cabeza gigante como yo había imaginado, parecía una niña más, aunque no lo era.
Paloma tenía 6 años aunque por la hidrocefalia no se había podido desarrollar debidamente, su pequeño cuerpecito era el de una niña de tres años, era débil visual y aun no había aprendido a hablar, le costaba trabajo caminar, tanto por la coordinación como por el esfuerzo que hacía su corazón, sin embargo era lo suficientemente inteligente como para comportarse frente a un grupo de adolescentes curiosos. En cuanto nos sentamos nuestra maestra nos presento a Paloma, la niña contesto con una sonrisa arrebatadora, nos robo el corazón, su sonrisa era tan inocente, pura, hermosa, ni siquiera se describirla, se que esa simple sonrisa me conmovió, era increíble observar el la paz y amor que transmitía ese pequeño ser humano, algo que no sería capaz de transmitir en todos mis años de vida, pero que ella con un simple gesto lo había logrado.
Al finalizar la clase muchas de las chicas nos acercamos a la maestra, ella nos dejo cargar a Paloma por algunos segundos, estábamos muy emocionadas con Paloma, le hablábamos y nos deleitábamos con cada una de sus sonrisas, al final nuestra maestra se llevo a Paloma con la promesa de volverla a ver.
Después de esa primera vez con Paloma tuvimos muchas otros encuentros; Paloma no crecía físicamente pero nos conocía perfectamente, cuando le hablábamos reconocía nuestras voces, nos sonreía y hasta nos daba los brazos, estar con ella era un regalo que mis compañeras y yo disfrutábamos, habíamos aprendido a amar a una niña diferente, que sin ser “normal” nos enseñaba lo que era la pureza, el amor desinteresado, la inocencia y todo lo que un ángel como Paloma nos podía enseñar.
Mis compañeros eran menos expresivos, pero admiraban profundamente a nuestra maestra y a Paloma, les asombraba lo inteligente que podía ser Paloma, de alguna u otra manera ellos también aprendieron a querer a Paloma.
El resto de mi secundaria conviví con Paloma y en cada uno de los encuentros aprendí algo nuevo, al finalizar la secundaria todas mis compañeras y yo prometimos mantener el contacto con mi maestra, no solo queríamos a Paloma, también a su mamá.
Cuando estaba a la mitad de mi primer semestre de preparatoria, una de mis amigas se puso en contacto con la mamá de Paloma, fue muy triste cuando mi amiga me contó que Paloma había fallecido, no pude evitar llorar, ni siquiera mi mamá lo podía creer, me entristeció saber que una estrella tan especial se había apagado, me puse en contacto con mi maestra, no me imaginaba lo mucho que le había afectado el haber perdido a Paloma, sin embargo cuando hable con ella me tope con una mujer fuerte que había disfrutado cada segundo que había vivido con su hija, ella ya sabía que existía la posibilidad de que ella falleciera debido a su malformación, fue por eso que amo a su hija como a nadie y cuando tuvo que dejarla partir lo tomo con una gran sabiduría.
Haber conocido a Paloma y a mi maestra fue una gran lección de vida, a menudo pienso en ellas y pienso que lo inteligentes que se debe ser para poder afrontar las situaciones que te prepara la vida; mis compañeros y yo éramos chicos en un momento de cambio, sin embargo el haber conocido a esas dos personas tan especiales en nuestras vidas nos ayudo en nuestro desarrollo, estoy segura que a todos nos marco en mayor o menor forma dejándonos una enseñanza para el futuro.

16/06/10

Mi Mejor Amigo.

Mi mejor amigo es mi amigo desde hace años y no sé si alguna vez le he escrito alguna carta, no lo recuerdo, que buena amiga soy, bueno, si le he escrito cartas, para su cumpleaños, de navidad y una que otra ocasión especial pero nunca algo que hable de él y la gran admiración que le tengo, nunca.
Lo conocí hace unos cinco años, por azares del destino, sí aunque suene trillado así fue, por lo menos durante un año supimos uno del otro sin conocernos y cuando finalmente supe de su existencia… básicamente lo odiaba, las referencias que tenía de él no eran muy buenas, así que tenía mis razones para no quererlo. Como lo mencione antes, el destino hizo que lo conociera y comenzamos a platicar a conocernos el uno al otro, comencé a darme cuenta de que no era tan malo como pensaba, al contrario, apenas tenía unos meses de conocerme cuando comenzó a apoyarme con un sinfín de cosas, lo empecé a ver con ojos buenos y así fue como nació nuestra amistad.
Cuando lo conocí yo tenía 17 años y él, 26, sí, 9 años nos separan, yo era prácticamente una niña y él, él había vivido muchas cosas, aunque muy seguido parecía más niño que yo, sin embargo en los primeros años, me enseño muchísimas cosas, yo siempre digo que de los 17 a los 20 años, mi formación fue responsabilidad de una sola persona, Él! A la fecha tengo muchas creencias, costumbres y formas de ser que decidí adoptar gracias a él.
Durante este tiempo me enamore y desenamore de él, muchas veces, muchas, de vez en cuando dejaba que lo supiera, tenía la vaga esperanza de que me hiciera caso, otras no decía nada simplemente pedía porque ocurriera un milagro, pero a después de los 20 mi enamoramiento se volvió algo serio, me puse necia y se lo repetía día con día, pobre, creo que sufrió mucho, porque tenerme que aguantar en situaciones amorosas no es fácil, menos cuando se es el mejor amigo y el hombre ideal…
Sinceramente esta etapa de nuestra amistad fue muy difícil, tan difícil que al final terminamos peleados, yo me aleje de él, quería prácticamente huir de él. Él, pues entre el amor platónico mío y otras necedades que tenía en ese momento se enojo también y así de un momento a otro dejamos de hablarnos. Fue muy difícil para mí, me hacía mucha falta, durante todo ese tiempo en mi vida hubo cambios muy importantes, de esos cambios que se deben de platicar con tu mejor amigo, el cual yo no tenía. De vez en cuando le escribía mails, pero nunca tenía respuesta, hubo momentos en los que moría de tristeza y sabia que no podía correr a él porque simplemente no estaba, hasta ese momento no me había dado cuenta de lo importante que era para mí su amistad.
Poco a poco fui intentando ser más humilde, intente acercarme a él nuevamente y aunque no recibía respuesta, tampoco perdía la esperanza, así paso prácticamente un año y apenas hace unos meses él volvió a escribir, volvió a dar señales de vida. No sé explicar la emoción tan grande que sentí, mi mejor amigo había vuelto, un poco golpeado por la vida, pero tan valiente y cariñoso como siempre.
Juanjo es mi mejor amigo, y según él yo soy como una hermana pequeña, lo que seguramente es cierto, podría decir que es el mejor hermano que pude soñar, un hermano que me ha enseñado cosas muy importantes sobre la vida y que me aunque no diera noticias siempre ha estado a mi lado, siempre y como buena hermana menor lo admiro muchísimo, me gustaría poder ser como él en muchos casos, creo que es un gran hombre, claro tiene sus errores, porque aunque parezca, ángel, diablo o vampiro, sigue siendo humano, pero creo que al final tendrá todo lo que se merece, desde una mujer hermosa que lo ame, hasta un Best Seller escrito por él. Así de grande es mi amigo-hermano, tan grande que sentí que tenía que escribir sobre él.
Ahora conocen un poco más sobre Juanjo, ahora saben que es una de las personas que más admiro, que más quiero y que no pierdo la esperanza de irlo a ver a Barcelona algún día, no las pierdo. Eses es Juanjo, mi amigo, mi hermano, mi ángel y diablo, pero siempre Juanjo.